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Ideas para la educación





Decíamos en la colaboración anterior: refiriéndonos a los maestros, para su instrucción que no su educación. Se nos ha preguntado qué quisimos decir con ello, a lo que nosotros contestamos:
A que la educación se da en casa y en la escuela la instrucción; es decir, son cosas diferentes, aunque afines.
En nuestro caso como padres y maestros deberíamos estar conscientes de cómo nos desenvolvimos en uno y otro caso; mas (modestia aparte) creemos haber cumplido como Dios manda con nuestros hijos, hoy son profesionistas y en todas partes sobresalen por su educación; en cambio nuestros alumnos nos saludan con mucha atención y recuerdan el hecho de que fuimos sus maestros, lo que nos da pie para pensar que hicimos lo correcto.
Ahora bien, nos decía un gran amigo: “Aunque muchos lo consideran indebido, soy de la idea que como miembros que son de la familia, los hijos deben desarrollar una labor determinada en casa, para ir formando en ellos la costumbre de la responsabilidad”.
Al respecto nosotros recordamos que siendo pequeños, más o menos a los seis años, en la ciudad de México, cuando se aproximaba la hora de la comida se nos llamaba para encargarnos ir a comprar las tortillas, lo que nos hacía sentir útiles e importantes para la familia.
Muchos años después, ya casados, a nuestros hijos les pusimos como tarea tener su cuarto en orden, tender sus camas y sacar su ropa para lavar, cada tercer día. Además, dicen ellos, que para que estuvieran en un sólo lugar sin dar lata, les poníamos a jugar, especificando que debían respetar las reglas del juego, mismas que antes les explicábamos.
Razón por la que, ahora nos lo explicamos, son responsables en todos sus actos.
Tomando en cuenta que la imitación es otra forma de aprendizaje, los invitamos a que nos ayudaran en todo lo que nosotros hacíamos, obteniendo como resultado que, ante un problema, no se queden de brazos cruzados, sino que le busquen una solución, haciéndose acreedores al mote con que nuestras abuelitas, tanto materna como paterna, nos bautizaron: “Maistro liendre” y que completo decía: “Maístro liendre, de todo sabe y de nada entiende”.
Para las fiestas patrias y para navidad, por las noches nos sentábamos con ellos a la mesa del comedor para elaborar adornos con “papiroflexia”; es decir, papel doblado, banderas, faroles, estrellas y muchas otras figuras. Matábamos dos pájaros de un tiro: que aprendieran y divertirnos.
Así los manteníamos en orden y bajo nuestra tutela.
Celosos como éramos de la salud de nuestros hijos, al saber que la levadura de cerveza les hacía bien les dábamos la amarga de Banderilla y, como el burro que tocó la flauta, logramos que odiaran la cerveza. ¡Salud!
Autor:Diario de Xalapa Fuente:https://www.diariodexalapa.com.mx/columna/ideas-para-la-educacion