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Cuando escribes, algo mágico ocurre en tu cerebro

Sobre los procesos neurológicos que suceden al escribir, y los beneficios que ésta actividad ofrece a nuestro organismo…



La escritura es una forma secuencial de comunicación humana, un sistema de signos gráficos que, en conjunto, contienen y transmiten información de manera puntual entre los seres humanos. La escritura es también una representación del lenguaje hablado, sucede a partir de éste, traduce de lo fonético a lo visual, y de lo visual a lo intelectual. Tan antigua como las primeras civilizaciones, la escritura contiene, libera y distribuye conocimiento —síntesis de ideas en forma de palabras. Toda escritura se origina, inevitablemente, en un proceso cerebral que, se ha comprobado, trae consigo incontables beneficios.
La danza
Al escribir, diversos mecanismos neuronales se activan en nuestro cerebro. No importa qué es lo que escribas (poesía, una novela, un diario íntimo o la lista de compras del mercado), todo sucede paralela y coordinadamente en distintas zonas de nuestro cerebro que cumplen funciones específicas para llevar a cabo el acto de la escritura. Se trata de una danza cerebral sincrónica y perfecta cuyo fin es permitir expresarnos textualmente. Éstos son sus protagonistas.
El área de Broca es el nombre de una zona situada en el lóbulo frontal del cerebro cuya función es, entre otras cosas, la producción y articulación de lenguaje en cualquiera de sus formas. Es decir, gracias al trabajo producido en esta sección de nuestro sistema nervioso, nos es posible elaborar mensajes coherentes y articulados, ya sean en forma de letras o de fonemas.
El área de Wernicke también es partícipe y protagonista en el proceso de escritura. De su puntual función depende la interpretación de las palabras, una especie de núcleo cerebral dedicado a la comprensión del lenguaje, un decodificador de texto que funciona en ambas direcciones: valioso tanto para leer, como para escribir.
Además, están involucrados los lóbulos temporal y el occipital.Su labor consiste, respectivamente, en la identificación fonética de cada letra y el reconocimiento visual del valor de cada letra escrita, cómo suenan y qué quieren decir.
Emoción
Dependiendo del tipo de texto que escribimos, se accionan ciertas áreas cerebrales. Por ejemplo, si escribimos sobre experiencias personales, en nuestro cerebro se activa, además de las zonas previamente apuntadas, la zona que atiende a nuestras emociones y a nuestra memoria, provocando una serie de reacciones químicas que nos permiten recordar los sucesos que pretendemos redactar.
Placer
Hay una diferencia entre escribir coloquialmente y literariamente; ésta radica en el tipo de lenguaje que se utiliza. La forma de escritura literaria nos obliga a encontrar nuevas e ingeniosas formas para decir lo deseado, ese buscar y encontrar hace que segreguemos sustancias químicas relacionadas con el placer. Escribir es, sin duda, un acto placentero.
Atención
El uso de dispositivos tecnológicos ha hecho del acto de escritura a mano una práctica a orillas del olvido. Sin embargo, ésta nos otorga importantes beneficios. Al escribir usando nuestras manos, provocamos una estimulación de nuestro sistema reticular, regulador cerebral de los estados de vigilia y sueño, y de las transiciones referentes a estados de conciencia relajada y distraída a periodos de atención alta. Es decir, al escribir manualmente ejercitamos nuestra capacidad de atención. Nos concentramos mejor.
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Son muchas y muy complejas las actividades que suceden a nivel cerebral durante el acto de escritura. Es un hecho irrefutable que esta práctica aporta numerosos beneficios neurobiológicos a nuestro organismo. Escribir también puede hacer que encontremos una voz propia, que logremos acomodar eso que dentro parece caótico y, finalmente, que nos entendamos mejor a través de ello (en un mecanismo parecido al que sucede cuando hablamos durante una sesión de psicoanálisis). Escribir nos transporta en el tiempo y el espacio (de manera casi milagrosa, es el cerebro el que nos lo permite).
No es necesario ser un escritor para escribir, ni tampoco tener un público que leerá el texto. Escribir es, esencialmente, un acto bondadoso hacia nosotros mismos, pues permite dudar y, silenciosamente, encontrar un lugar seguro. Es el caso de los diarios y cuadernos personales, herramientas de las que muchos artistas han echado mano con resultados llenos de belleza y profundidad—como el Diario de Frida Kahlo.
Autor:La Vaca Independiente Fuente:https://lavacaindependiente.com/escritura-cerebro-neurociencia/