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Adiós 2023: recuento de la educación

La política educativa mexicana en este 2023 fue rica en contiendas. Pienso que puede sintetizarse en dos debates que calaron en la plaza pública y un acto simbólico de trascendencia. La discusión sobre la nueva generación de libros de texto para la educación básica, los amparos en contra que promovieron gobiernos de oposición y organizaciones de la sociedad civil, inundaron los debates en la plaza pública la primera parte del año. En los meses finales, emergió el altercado por los resultados de México en las pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes, fue un pequeño trauma. El PISA shock fue el segundo asunto que caló en la prensa, los medios y las redes sociales.



La política educativa mexicana en este 2023 fue rica en contiendas. Pienso que puede sintetizarse en dos debates que calaron en la plaza pública y un acto simbólico de trascendencia. La discusión sobre la nueva generación de libros de texto para la educación básica, los amparos en contra que promovieron gobiernos de oposición y organizaciones de la sociedad civil, inundaron los debates en la plaza pública la primera parte del año. En los meses finales, emergió el altercado por los resultados de México en las pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes, fue un pequeño trauma. El PISA shock fue el segundo asunto que caló en la prensa, los medios y las redes sociales. En cambio, el desayuno del presidente Andrés Manuel López Obrador con la cúpula del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el 15 de mayo en Palacio Nacional, apenas se mencionó en los días subsecuentes.
Con todo y que corrió mucha tinta sobre los nuevos libros de texto, sus deficiencias, dogmatismo y ausencia de materias clave, como matemáticas, el gobierno actuó con la consigna de que este burro es mi macho y en éste me monto, como decía mi abuela. Ignoró (ninguneó, dicen en mi tierra) las protestas y con el mazo del poder en el puño, llevó los libros a las escuelas. Observaciones propias y de otros colegas, muestran que la mayoría de los maestros los aceptaron por varias razones y que una minoría los rechaza, unos de manera abierta (en los territorios de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación), otros con disimulo.
Quienes manifestaron conformidad por los nuevos materiales y su enfoque comunalista, quizá lo hicieron por convencimiento, porque coinciden con la visión y las creencias de la Cuatroté o con las palabras que a diario propaga el Presidente en sus mañaneras. Unos tal vez lo hagan porque se persuadieron de su valor, conceden que los libros y el enfoque —en especial por la idea de trabajar por proyectos— tienen méritos y vale la pena experimentar con nuevas ideas.
Acaso el grupo que convino con los nuevos libros de texto con más ahínco lo hizo por conveniencia. No son convencidos de su valor, sino que lo hacen en respuesta a la política del presidente López Obrador de promover la basificación de interinos (sin concursos ni pruebas meritocráticas) o por mandato de sus dirigentes. A juzgar por arengas de Alfonso Cepeda Salas, comunicados del SNTE y acciones de dirigentes de secciones sindicales en los estados, López Obrador conquistó su voluntad. Y, argumentan algunos colegas, no sólo para que aceptaran los libros y nuevos programas, sino para caminar de su mano en las futuras elecciones. Muchas evidencias apuntan en esa dirección.
Un tercer segmento de docentes, tal vez entre los más veteranos, a lo mejor lo hace por deferencia, consideran que si es un mandato del gobierno debe cumplirse; sus miembros están acostumbrados a seguir las reglas y a acatar las disposiciones que provengan de la Secretaría de Educación Pública o de los líderes sindicales. Quién sabe si para ellos pesó el simbolismo del desayuno del presidente López Obrador con el liderazgo del SNTE; el 15 de mayo es una fecha de bastante carga alegórica para el magisterio.
Respecto de la prueba PISA 2022, lo que más me extrañó de la respuesta del gobierno a los resultados que obtuvieron los alumnos mexicanos en la prueba de 2022, fue el enojo, incluso con palabras agrias del Presidente. El examen fue para jóvenes de 15 años de edad, se levantó en 2021 cuando la pandemia amainaba; por lo tanto, no mide lo que hizo o dejó de hacer el gobierno de la Cuatroté, examina el pasado. Además, no pienso que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos se haya ido con el blof del Presidente. Dijo que no tomaba en cuenta esos resultados (claro, en su gobierno son diferentes), pero no indicó que México dejará de participar en las pruebas de PISA. No lo hará y en los siguientes exámenes, sí evaluará los efectos de su nuevo plan y libros de texto. ¡El asunto es de pronóstico reservado!
Con todo, deseo que 2024 sea un mejor año para el sistema educativo mexicano y para sus alumnos y sus maestros.
Autor:Excersior Fuente:https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/adios-2023-recuento-de-la-educacion/1627194