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La escritura medio que rescata la visión y las voces de la Juventud

“Escribir consiste en aclarar y ordenar información, hacer que sea más comprensible para la lectura, pero también para sí mismos, las ideas son como las plantas que hay que regar para que crezcan” (Cassany, 1997).




Comenzar a escribir puede resultar un proceso difícil que nos lleve a la frustración, el enojo o el miedo, o incluso a pensar que solo un experto en el tema o en literatura puede hacerlo.

Afrontando este gran reto comencé a escribir porque era una manera de expresar lo que pienso y siento. Mis primeras narraciones se enfocaron en vivencias y anécdotas, y posteriormente me sumergí en el rescate de las costumbres y tradiciones de mi tierra del Mayab, porque era la manera de poder transmitir a las siguientes generaciones esta cultura que con la rutina diaria y las prácticas extranjeras, se van perdiendo.

Escribir es resignificar el contexto, la vida, pensamiento y sentimiento.

Una frase que recuerdo siempre es “el conocimiento no es conocimiento hasta que se comparte”, pero ¿cómo hacer que otros conocieran el poder que tiene, en el alma, escribir?

Como docente de educación primaria el principal reto era que escribir fuera más allá de la redacción de textos, productos, dictados o aquellas prácticas tradicionales que hacían ver a la escritura como una obligación en el aula, preocupándonos por los trazos correctos de las letras.

Así que comenzamos escribiendo pequeños textos, poemas, relatos de la comunidad y pude percibir en los niños y niñas la necesidad de dar a conocer, a través de las palabras, la inocencia de sus pensamientos.

¿Pero qué realmente nos mueve a escribir? ¿Para qué escribir? ¿Para quiénes escribir?

En mi experiencia como docente de nivel primaria he podido percibir el significado que los niños y niñas dan a lo que escriben cuando persiguen un propósito “comunicar lo que sienten” se motivan e inspiran al darse cuenta de que lo verdaderamente importante es el contenido de sus escritos, sin temor a ser juzgados en sus trazos o el tamaño de sus letras y les entusiasma la idea de ser leídos por otros.

Por el contrario, los estudiantes de cuarto a sexto grado tienen principal interés en el uso de la tecnología, en su mayoría introvertidos, con cambios de actitudes, mostrando apatía hacia la escritura que es vista como una tarea por calificar, perdiendo el sentido del por qué escribir.
Son pocos los que continúan sus estudios en secundaria sobre todo en comunidades rurales. De aquí mi interés de motivar a las y los jóvenes a escribir y promover el gusto por la lectura a través de talleres de escritura creativa.

Ser joven es sinónimo de cambio, progreso y futuro. Ser joven es a todas luces, enfrentar los desafíos y crear o recrear un espacio para el desarrollo pleno. Convertir problemas en oportunidades, en soluciones, ser el motor impulsor de las sociedades (UNICEF, 2020).

La juventud tiene una manera distinta de ver el mundo, lo miran con ansias de vivir cada instante, de conocer, aprender y reaprender, no hay límites en las metas que se proponen.

Sin embargo, viven en una sociedad que está cada vez más ocupada e inmersa en el trabajo y las labores cotidianas, y esto dificulta a veces que tengan espacios de diálogo o que cuenten con acompañamiento para tomar decisiones y expresar emociones ¿cómo colocar entonces la alegría, el enojo, la angustia?

“La escritura es el espejo del alma” leí por ahí, y es verdad que a través de ella podemos desahogarnos e inspirarnos. Tal vez no puedo expresarme de manera oral pero sí puedo utilizar las letras para transformarlas en poesía, en un relato que rescata mi infancia, en un cuento que expresa mi imaginación y proyecta un futuro esperanzador.
Las generaciones actuales están inmersas en el uso de la tecnología, de nuevas aplicaciones, se desenvuelven en espacios virtuales y la Inteligencia Artificial (IA) facilita sus producciones; y no pretendo descalificar a la tecnología, al contrario, tiene beneficios para acercarnos, estar informados y agilizar la comunicación; pero es un gran desafío despertar en las y los jóvenes ese deseo por tomar un libro entre sus manos, leerlo y sobre todo escribir más allá de lo que comparten en las redes sociales.

Con todos esos retos, en 2024 inicié, como proyecto, un taller sencillo de escritura que llevamos a las aulas de educación secundaria.

El taller busca promover comunidades educativas de pequeños escritores y, sobre todo, acompañarlos a encontrar un sentido y dirección hacia sus metas y proyectos, reconociendo que son el presente y que lo que realizan es la proyección de su futuro como agentes transformadores de la sociedad en que vivimos.

El primer paso fue compartir con escritores comunitarios experiencias y tips de cómo podemos iniciar la escritura de un texto: ¿sobre qué escribimos? ¡Tengo tantas ideas en la cabeza que no sé por dónde comenzar! ¿Qué escribo? ¿Cómo sé si puedo redactar un cuento, un relato o poema?. Demasiadas interrogantes de las y los jóvenes se dieron en esos espacios y pude percibir ese deseo de ser escuchados. Querían hablar de todo y de nada.

Fue enriquecedor dar la pauta, guiarlos, acompañarlos en ese proceso y entonces sin darme cuenta estaba inspirando ese deseo de escribir. Las ideas fluyeron, los textos que surgieron fueron increíbles; hay quienes no podían expresar de manera oral sus pensamientos, sentimientos y experiencias, pero pudieron encontrar en la palabra escrita la manera de reflejar lo que llevan en el alma, lo que pesa, agobia, sus miedos, amor, desamor, la violencia, la marginación y así dieron ese primer paso para poder expresar y cumplir con la función de la escritura que es “Comunicar”.

Escribieron, reescribieron, analizaron sus textos, me convertí en mediadora y guía de su propio proceso de aprendizaje; autoevaluaron sus escritos, reconocieron sus fortalezas y debilidades, y pusieron en práctica la paciencia, la responsabilidad, el compromiso y la dedicación en cada uno de sus escritos.

Este proyecto logró materializarse en un libro titulado “Las voces de los jóvenes del sur”, un escrito que es el resultado de la participación de estudiantes de una secundaria de la comisaría de Pustunich perteneciente al municipio de Ticul.

Una antología que rescata la visión, pensamientos y emociones de la juventud, con una estructura sencilla que guía hacia una lectura fluida y práctica para compartir con otros.

A las y los estudiantes les permitió escribir aquello que les interesa, les motiva a expresar lo que piensan y les despertó interés por continuar escribiendo y descubriendo sus aspiraciones.

Este proyecto busca no sólo promover comunidades educativas de pequeños escritores, más bien acompañarlos a encontrar un sentido y dirección hacia sus metas y proyectos reconociendo que son el presente y que lo que hoy realizan será proyección de su futuro como agentes transformadores de la sociedad en que vivimos.

La perseverancia, actitud y creatividad son cualidades que se hacen presentes al participar en un proyecto colaborativo en el que los principales protagonistas son las y los estudiantes.

Este fue el resultado de muchas voluntades que se sumaron para acompañar, editar y concretar una misma visión: “Dar a conocer las voces de la juventud” Estas voces deben ser escuchadas, llenas de esperanza, de proyectos futuros para un mundo mejor.
Autor:Mexicanos Primero Fuente:https://www.mexicanosprimero.org/boletin.php?id=114