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¿Cuál es el antes y el después de la pandemia en materia educativa?

María V. Angulo, ministra de Educación, da el banderazo para la apertura de colegios con el sistema de alternancia. Explica los requisitos y asegura que es indispensable la aprobación de los padres. “Luego de la pandemia, habrá que hacer un esfuerzo en matemáticas, lenguaje y ciencia”, dice.

Fuente:https://sarrauteducacion.com/2021/02/10/entrevista-a-ministra-maria-victoria-angulo-cual-es-el-antes-y-el-despues-de-la-pandemia-en-materia-educativa/


Estamos en medio de la controversia de reabrir los colegios. ¿Cómo deja la pandemia ese antes y ese después en materia de educación escolar?
En Colombia y en el mundo veníamos de una realidad de inequidad en los aprendizajes. Lo que hizo la pandemia fue ponernos el reto de pasar a educación en casa. Pero las condiciones de los estudiantes son muy distintas en las zonas urbanas y en las rurales. Y, por más esfuerzos, aquí y en el mundo, con televisión educativa, radio, portales y contenidos, entregas de guías, el mensajero pedagógico, usted va a encontrar que cada niño se enfrentó a la circunstancia o al proceso de aprendizaje de forma distinta. Podemos decir que se acentuó el reto. Y, por otro lado, en Latinoamérica en particular se hace más visible el desafío de mejorar en temas de infraestructura y de conectividad.
¿Qué aprovechamos durante la pandemia para pasar de ese antes a este después? ¿Logramos aprovechar este tiempo para preparar, por ejemplo, mejor a los maestros?
Sí se abrieron más oportunidades de formación. Para el efecto, creamos un proyecto que se llama Contacto maestro, en el que solo, por darle un dato, durante la pandemia, el año anterior, ejecutamos 44.000 millones de pesos para potenciar esas oportunidades que permitieron que los maestros, además de avanzar en un área específica, pudieran hacerlo en el uso de tecnologías y también en manejo de temas de liderazgo y competencias emocionales. Ese es uno de los, digámoslo, “aprendizajes” del proceso de pandemia. Lo segundo es que la educación se puede acompañar de distintos tipos de contenidos, y eso puede ser una ventaja si estamos hablando de ruralidad, por ejemplo. No es excluyente que usted trabaje con presencialidad, pero que además pueda complementar el aprendizaje con contenidos de televisión, de radio y de portales, lo cual, bien diseñado, es un complemento magnífico en zona rural. Se trata de tener un esquema multiplataforma que apoye el proceso de aprendizaje.
¿Y cómo ha evolucionado durante la pandemia la relación familia-escuela?
Durante los últimos cinco, diez años siempre la recomendación de los expertos era cómo acercar a la familia de una forma distinta, no solamente para ir a revisar las notas de los hijos. Es innegable que la pandemia definitivamente acercó a la familia, le permitió ver además las complejidades mismas del proceso educativo en cada uno de sus hijos, y también entender en qué espacio, en qué modelos se sienten más seguros.
¿Pero se logró, finalmente, en medio de la pandemia, reducir la inequidad educativa, o inevitablemente se aumentó?
Previamente a la pandemia, el desafío principal era cerrar las brechas en materia de aprendizaje. Y así arrancó el Gobierno. Con Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad, que ponía el eje de educación en la equidad de oportunidades. Queremos llegar a esta población que tiene las condiciones mayores de vulnerabilidad.
¿Cómo cerrar esa brecha en plena pandemia?
Ella nos dejó ver que cuando actuamos en conjunto, con entidades como el Departamento de Prosperidad Social, y el ICBF, por ejemplo, no solo se le está dando un apoyo a la familia, sino atando muchos elementos asociados con la educación. Y, de otra parte, en el programa de educación superior, aunque no es el tema puntual de esta entrevista, lograr que las transferencias condicionadas a los jóvenes, de subsidios para manutención, las unamos a las que nosotros damos de beca, lo cual se convierte en un apoyo más integral del Estado a la familia del estudiante. Firmamos el acuerdo que incrementa de forma muy importante los recursos para las universidades públicas, y creamos el programa Generación E (Educación, Equidad, Emprendimiento), para que jóvenes de bajos recursos y meritorios puedan ingresar a la educación superior. La meta es de 336.000 jóvenes con acceso gratuito a ella. Antes de la pandemia ya 165.000 gozaban de ese beneficio.
Beneficios, muchos. Pero ¿cuál es el costo del proceso de adaptarnos a la educación virtual?
Más que cifras, lo que le puedo decir es que no es lo mismo estar frente a un computador todo el tiempo o aprender por televisión. Ahí hay un rezago, y eso va a costar en términos de que en los años siguientes nos toca reforzar mucho los conocimientos de matemáticas, de lenguaje, de ciencias.
Imagino que además el costo emocional ha sido alto…
Sí. Y ese se ve mucho sobre todo en los adolescentes. Definitivamente poder ir a la escuela, poder interactuar con los amigos, poder trabajar los temas que son de práctica, de laboratorio, son cosas muy distintas si usted lo hace presencial, o si lo hace mediante un proceso de aislamiento en casa. Se han generado varios programas en temas de empatía, en algunos casos de depresión, que no es un tema menor.
¿Y qué me puede decir de la deserción escolar?
Es otro tema al que hay que trabajarle mucho. Si bien logramos porcentualmente no alejarnos mucho de las cifras del año anterior a la pandemia, importa que ningún niño se quede por fuera. La deserción en preescolar, básica y media es cercana al 2,3 %, de una matrícula cercana a 10 millones de niños. Obviamente ahí hay un trabajo importante para que no se dé, y sobre todo en zona rural. Otro costo que tuvimos que pagar fue para evitar la deserción en educación superior. En Colombia, el 50 % de la matrícula son de universidades públicas y 50 % de privadas. Creamos un fondo solidario, con unos recursos a los cuales también se sumó el DPS, para lograr que estos jóvenes pudieran pagar su matrícula y continuar. En otros países latinoamericanos las medidas han sido hacia la educación básica, y han dejado un poco más en libertad, por decirlo así, de mercado, todo el tema de educación superior. También estamos encima del tema de violencia intrafamiliar, que tiene indicadores que se ha incrementado.
Con la reapertura de los colegios, ¿qué le responde a un maestro que legítimamente tiene miedo a que los niños lo contagien?
Desde agosto del año pasado constituimos un comité científico con Salud y Educación, para tratar todos los temas alrededor de retornar a la escuela. Para darle un ejemplo, ahí estaba la Universidad de Antioquia, y con ella construimos un portal con mucha información para poner a disposición de maestros y padres de familia, entre otras cosas, sobre el tema que usted está mencionando, que ya está desvirtuado por distintas investigaciones, y es que los niños sean vectores de contagio. Usted ve niños en escenarios donde hay centros comerciales, restaurantes, parques, los ve en reuniones familiares.
¿Entonces, el colegio no es un lugar inseguro?
Todo lo contrario. La resolución que trabajamos con el Ministro de Salud, que para mí ha sido un gran aliado, no es que ponga parámetros incumplibles, sino que busca garantizar distanciamiento y bioseguridad. No es un debate entre la salud y la educación, sino sobre cómo armonizar que nos cuidemos, siguiendo todas las recomendaciones de salud, pero que pongamos en práctica el proceso educativo, porque será mucho más el daño de no hacerlo. Y sobre esto hay investigaciones de la Unesco, de la ONU, que han dejado ver que en los procesos educativos, sobre todo en educación inicial, media y secundaria, es fundamental la interacción social y la interacción con los maestros.
¿En qué estamos hoy? ¿Los colegios privados están siguiendo la indicación de la alternancia y los públicos no, o es una mezcla de todos?
No, señora, hemos logrado, por fortuna, los dos. Publicamos los lineamientos para el proceso de alternancia desde junio del año pasado, fuimos el segundo país latinoamericano en ello, y el objetivo era comenzar a hacer pedagogía, porque sabíamos que no sería fácil, justamente por el temor. Luego, en octubre, emitimos la resolución, con todo el detalle, para los protocolos. Hicimos pilotos en colegios públicos y privados en el 75 % del territorio nacional. Los pilotos terminaron en diciembre, quedaron documentados y eso nos permitió girar a las secretarías de Educación 400.000 millones de pesos para poder iniciar el año contando con el dinero para todos los elementos del protocolo. Girados estos recursos, cada secretaría tenía que presentar su plan de alternancia. Aprobamos los 96 planes, porque son 96 secretarías de Educación, y tengo aquí anotadas aquellas que efectivamente ya han iniciado trabajo presencial. Una de ellas, que hace un trabajo inigualable, incansable, es Antioquia; ya iniciaron también Envigado, Pitalito, Atlántico, Caldas, Rionegro, Sabaneta, Barranquilla, Buga, Girón, Itagüí, Montería, (desde donde le estoy dando esta entrevista); Palmira, Pereira, Quindío, Santander, Valle del Cauca. Hasta ahí vamos a hoy. La semana entrante sigo recorriendo municipios, porque estoy tratando de ir a acompañar a cada secretaría que inicia el proceso. Tenemos que lograr vencer los miedos de todos los actores de la comunidad.
Al lado del miedo de los maestros, también está el de los padres…
Que aún siguen temerosos. Hemos involucrado mucho en los procesos a las asociaciones de padres de familia. En Montería hoy me llamaba muchísimo la atención el rol tan activo del representante de padres de colegios públicos; muy conocedor de los protocolos; eso hace que el vocero genere confianza, porque el plan de alternancia se aprueba en cada colegio, con el consentimiento de los padres.
¿Qué condiciones se exige para que un colegio público o privado abra con alternancia?
Según la región, se presentan dos situaciones: en algunas ya iniciaron. En otras, que tuvieron por ejemplo un pico epidemiológico, tipo Bogotá, inician hoy con privados, y el próximo lunes con públicos. También hay demoras en algunas ciudades o departamentos que aún no habían acabado de hacer el alistamiento y las compras de elementos de cada sede. Se tienen que dar esas dos condiciones: que de parte de la Secretaria de Salud, en el comité de alternancia local se dé visto bueno según si las variables indican que ya se puede abrir; y que en la sede esté la dotación con los elementos necesarios del protocolo de bioseguridad. Y, además, que ya hayan hecho la propuesta, porque en la alternancia obviamente hay una combinación de horarios y de momentos para que nunca haya aglomeración.
Finalmente, ¿usted sería partidaria de que a los maestros los pasen a primera línea de vacunación, dada la responsabilidad que tienen en la sociedad?
Claro, ellos ya están muy priorizados. Después del sector médico, de los que atienden en primera línea el covid, y de los mayores de 80, los maestros están en la etapa tres de la fase uno. Entonces, tienen toda la prioridad posible. Ese análisis lo hizo muy concienzudamente el Ministerio de Salud, comparando además los análisis de otros países; primero viene la primera línea de atención al covid. Incluso, los maestros que tienen comorbilidad, o que son mayores de 70, van a estar en la segunda etapa, anterior al resto de los maestros. Eso indica que están muy priorizados.