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Rafael Bisquerra: “La educación de calidad tiene que partir del bienestar de la comunidad educativa”

Rafael Bisquerra es presidente de la RIEEB (Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar) y catedrático emérito de la Universitat de Barcelona. Desde los años 90 se ha centrado en el estudio de la educación emocional, de su aplicación y de sus beneficios, y sus investigaciones y publicaciones lo avalan como uno de los mayores expertos en el tema.

Fuente:https://blog.vicensvives.com/rafael-bisquerra-la-educacion-de-calidad-tiene-que-partir-del-bienestar-de-la-comunidad-educativa/


¿Por qué es importante la educación emocional?

Porque responde a necesidades sociales que no están suficientemente atendidas en la escuela o en los servicios sociales. Entre estas necesidades hay la prevalencia de ansiedad, estrés, depresión, violencia, consumo de drogas, conducción temeraria, comportamientos de riesgo, etc. La educación emocional se propone el desarrollo de competencias emocionales para afrontar mejor las situaciones de la vida, prevenir el analfabetismo emocional, contribuir a la mejora de la convivencia, del rendimiento y del bienestar.

¿Está suficientemente presente la educación emocional en las escuelas? ¿Cree que desde que se empezó a hablar de inteligencia emocional y de educación emocional en los años 90 ha habido avances importantes, o todavía queda camino para recorrer?

La educación emocional, en general, está totalmente ausente de los centros educativos. Últimamente se está hablando de ella, pero esto no quiere decir que se ponga en práctica. La puesta en práctica es una cuestión de voluntariado personal del profesorado, o bien de algunos centros educativos sensibilizados sobre la importancia y necesidad de la educación emocional. Pero en la mayoría de centros educativos no se sabe muy bien qué es la educación emocional, especialmente en muchos centros de secundaria. Y no solo esto, sino que una parte importante del profesorado está en contra de ella; a mi parecer, porque no saben exactamente de qué estamos hablando cuando hablamos de emociones, sentimientos, afectos, fenómenos afectivos, estados de ánimo, estados afectivos, estados de humor, estados emocionales, inteligencia emocional, competencias emocionales, educación emocional, etc. Es cierto que se han producido avances importantes en la sensibilización. Pero para ponerla en práctica de manera efectiva haría falta una formación inicial en educación emocional de todo el profesorado; y después, potenciar la formación continua, con la evaluación permanente de la calidad de esta educación emocional y de sus efectos. Es decir, se ha avanzado mucho, pero queda mucho camino para recorrer de cara a poder hablar de una implantación generalizada y de calidad.

¿Qué puede hacer la escuela para contribuir a un mejor desarrollo de la educación emocional en la sociedad y favorecer una mejor convivencia?

En primer lugar, sensibilizarse de la importancia y de la necesidad de las emociones en nuestra vida, en la toma de decisiones, en el comportamiento, en el bienestar, en los conflictos, y en todos los momentos de la vida. En segundo lugar, potenciar la formación de todo el claustro de profesorado en educación emocional. Es importante que sea una formación “on the job training”, para una puesta en práctica inmediata en el aula de las competencias adquiridas. Y si es posible, evaluar la calidad de la puesta en práctica y los efectos en el alumnado. Esto es lo que se propone la RIEEB (“Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar”). Los centros educativos interesados en procesos de innovación y mejora educativa en base en la educación emocional que quieran formar parte de RICE (“Red Internacional de Centros Experimentales”) de la RIEEB pueden enviar un e-mail indicándolo a: centros@rieeb.com

¿Qué beneficios puede aportar la educación emocional a los niños y jóvenes?

Los beneficios observados empíricamente en investigaciones científicas diversas se pueden resumir en una mejora en competencias sociales y emocionales; mejora de actitudes hacia sí mismo, hacia los otros y hacia la escuela; comportamiento positivo a clase; mejora del clima de clase; reducción del comportamiento disruptivo; mejora del rendimiento académico, etc. Por otro lado hay una disminución en problemas y conflictos, problemas de comportamiento, agresividad y violencia, ansiedad, estrés, etc. El más importante es una mejora del bienestar personal, familiar y social.

¿Tienen los niños suficientes recursos para regular sus emociones? ¿Cómo se les puede ayudar a hacerlo?

En general, una de las carencias más grandes de la infancia y la juventud es la capacidad para regular y gestionar las propias emociones de forma apropiada. Precisamente para afrontar este reto –que afecta a la conflictividad, a la violencia, a los comportamientos de riesgo, al malestar…– aparece la educación emocional, que tiene como objetivo el desarrollo de competencias emocionales. Para difundir la importancia de estos aspectos, está programado un congreso internacional en Barcelona los días 22, 23 y 24 de octubre de 2021. pueden asistir todas las personas interesadas. Parar más detalles sobre el programa, ponentes, inscripción, etc., se puede visitar la página web de la RIEEB.

Uno de los grandes lastres de la educación actual es el acoso escolar o bullying. ¿Qué podemos hacer para prevenirlo y combatirlo?

Uno de los objetivos importantes de la educación emocional es la prevención de la violencia de todo tipo (violencia escolar, acoso escolar, violencia juvenil, violencia de género, violencia ciudadana, etc.). Un activador importante de la violencia es la ira y el analfabetismo emocional. Hay evidencias científicas de que una de las medidas preventivas más potentes es la regulación emocional, y en concreto la regulación de la ira. Desde la RIEEB, proponemos que todos los sistemas educativos del mundo incluyan entre sus objetivos prioritarios la regulación de la ira como estrategia para la prevención de la violencia. Si lo hiciéramos así, en 50 años podríamos haber reducido la violencia a cifras residuales. Y no solo el acoso escolar o bullying, sino todo tipo de violencia. Por lo que toca en particular al acoso escolar, en el libro Prevención del acoso escolar con educación emocional se presentan propuestas en este sentido. Una de ellas se basa en el teatro, la dramatización y la simulación, que han demostrado ser altamente eficientes.

Es frecuente observar en los adolescentes, con el paso de la educación primaria a la secundaria, un cambio de actitud que suele ir ligado a sentimientos como la desmotivación, la frustración, la desgana… ¿Es cosa de la edad, o la educación emocional tiene algo a decir?

Las dos cosas: la edad juega un papel muy importante, y la educación emocional tiene mucho que decir. Fijémonos que desmotivación, frustración, desgana, chasco, desesperanza, etc., tienen mucho que ver con las emociones. Así, a través de procesos de regulación emocional, se pueden convertir en motivación, implicación, compromiso, esperanza, ilusión, entusiasmo, satisfacción y bienestar. El cambio es posible. Hay evidencias científicas que lo demuestran. Pero nadie dice que sea fácil. Sería un error pensar que estos cambios se producen por arte de magia, de hoy para mañana. Todo al contrario: son el resultado de un largo esfuerzo y un llevar trabajo a través del entrenamiento, de una auténtica gimnasia emocional. Te pueden explicar cómo se toca el piano, pero no es así como aprendes a tocar el piano. Te pueden explicar qué hace un buen futbolista, pero esto no te convierte en un buen futbolista. Tanto para ser un buen pianista como para ser un buen futbolista, se necesita un largo proceso de aprendizaje, que incluye práctica continuada y diaria, con esfuerzo, entrenamiento, ensayos, gimnasia, etc. Igualmente, el desarrollo de las competencias emocionales requiere un proceso de desarrollo personal similar.

¿Reciben los docentes suficiente formación sobre la inteligencia emocional y sobre cómo potenciarla? ¿Cómo podrían mejorarse sus competencias en este ámbito?

Los docentes, en general, no reciben ninguna formación ni en educación emocional, ni en competencias emocionales, ni en inteligencia emocional, ni en nada que tenga que ver con emociones, de tal forma que aún hoy muy pocos profesionales de la educación pueden distinguir con precisión los conceptos que acabo de mencionar y sus aplicaciones prácticas. Quienes profundizan es por propia voluntad e iniciativa. En este sentido, la RIEEB se propone contribuir a la formación del profesorado a través de varias formaciones, que van desde cursos de corta duración hasta posgrados y másteres. Lo más interesante del caso es que mucha gente que hace esta formación dice que le cambia la vida, sobre todo en una mejora del propio bienestar emocional.

El Covid-19 ha supuesto una situación especialmente compleja y estresante para niños y jóvenes, involucrando en muchos casos pérdidas y procesos de luto. ¿Tendríamos que abordar en el aula todo lo que ha pasado? En caso de que sí, ¿cómo habría que hacerlo?

La pandemia del Covid-19 ha cambiado la vida de muchas personas y familias. La escuela no puede estar al margen. Ya hay estudios que señalan que después de la pandemia del covid-19, vendrá una pandemia emocional. Esto no es un juego de palabras. En la literatura científica ya se está hablando de “sindemia”, que es una especie de sinergia de epidemias que interactúan entre sí, en la cual intervienen factores diversos: no solo biológicos, sino también sociales, ambientales, comportamentales, de actitud, de aprendizaje, etc. Uno de los fenómenos emocionales son los contagios y los climas emocionales, que pueden incidir en los fenómenos sindémicos. Esto, aplicado a la educación, nos puede llevar a preguntarnos: ¿podemos tener una educación de calidad con el malestar del alumnado? ¿O con el malestar del profesorado? ¿O bien el de las familias? Cada cual que dé la respuesta que crea oportuna a estas preguntas. Pero permitidme que, en base a estudios de la psicología positiva, la neurociencia, la epigenética y la neuroplasticitat, me atreva a afirmar: solo puede haber una educación de calidad cuando va orientada al bienestar general, y cuando parte del bienestar de la comunidad educativa. Este es un elemento clave de la educación emocional.