Grupo Loga | 0

“Debemos transmitir y hacer saber a todos los estudiantes que son importantes”

Doug Lemov Licenciado en Lengua y Literatura en el Hamilton College, cuenta con un máster de la Universidad de Indiana y un MBA de la Escuela de Negocios de Haward. Dirige Uncommon Schools, un proyecto que promueve la igualdad, la diversidad y la inclusión.

Fuente:Doug Lemov Licenciado en Lengua y Literatura en el Hamilton College, cuenta con un máster de la Universidad de Indiana y un MBA de la Escuela de Negocios de Haward. Dirige Uncommon Schools, un proyecto que promueve la igualdad, la diversidad y la inclusi


¿Qué es para usted el éxito escolar?

El éxito escolar consiste en que los estudiantes sean capaces de alcanzar todo aquello que desean. Para algunos, su anhelo puede ser el ir a la universidad y estudiar matemáticas, pero otros pueden tener otro tipo de aspiraciones completamente distintas. De lo que se trata es de que la escuela ayude a cada estudiante a desarrollar sus capacidades.

¿Cuáles son los principales puntos en los que se puede mejorar los sistemas educativos?

Existen varios aspectos a mejorar y mucho trabajo por hacer. Un buen ejemplo pueden ser las investigaciones de Daniel Willingham, uno de los científicos cognitivos más eminentes de Estados Unidos, que ha planteado una revolución cognitiva sobre cómo los estudiantes deben aprender. Pero muchas escuelas no han reaccionado ante algunas de las evidencias que plantean sus trabajos, lo cual, desde mi punto de vista, es un problema importante. Por otra parte, algunos sistemas educativos promueven la desigualdad, un aspecto que veo especialmente reflejado en Estados Unidos.

¿Cuál es la clave para ser un profesor excelente?

Saber enseñar es un trabajo realmente duro y requiere que los profesores tengan la voluntad de aprender constantemente. Por eso, para ser un maestro excelente, la clave es implicarte al máximo con el trabajo, manteniendo siempre una actitud humilde.

¿Qué podemos hacer para atraer a los mejores profesores a las escuelas?

Hay varias cosas que podemos hacer. La primera es mejorar el “estatus” y la percepción social de la profesión. Y esto se consigue dando responsabilidad y autonomía al profesorado. Y, la segunda, ayudando a los profesores a que puedan tener éxito y remunerarles con un salario adecuado, que facilite la retención de talento en las escuelas. Me gustaría apuntar que existe una cierta contradicción respecto al papel de los profesores, ya que si eres un gran maestro podrás enseñar a un mayor número de estudiantes y, por lo tanto, ser más eficiente en tu trabajo. Pero mucha gente no está de acuerdo con esto, porque hay mucha presión para reducir el tamaño de las clases en beneficio de la enseñanza, si bien considero que existen pocas evidencias que demuestren que tener menos alumnos en el aula sea garantía de mejores resultados académicos.

¿Enseñar es sinónimo de aprender?

Si hubiera tenido que afrontar esta pregunta al inicio de mi carrera, probablemente mi respuesta sería distinta. Actualmente, considero que conocemos muy bien cómo aprenden las personas, sus limitaciones y sobre la atención que requiere cada estudiante. Todos estos aspectos son los que marcan la diferencia. En mi caso, imparto clases a dos grupos de 30 estudiantes y, a pesar de explicar el mismo contenido, cada clase es diferente y debo saber adaptarme a la realidad de cada grupo. Por tanto, la conclusión sería que enseñar no es sinónimo de aprender.

¿Cómo podemos motivar a los estudiantes para el aprendizaje?

Una de las cosas que debemos entender es que la motivación es principalmente social. Nuestro comportamiento responde, en gran medida, a las acciones que percibimos de nuestro entorno. Si observamos a personas cercanas trabajar duro y con motivación, es muy probable que tengamos más ganas de aprender. En cambio, si estamos rodeados de personas desinteresadas que no prestan atención, lo más habitual será adoptar su mismo rol. Asimismo, considero que otro factor muy importante es transmitir la percepción de que se puede alcanzar el éxito, ya que los estudiantes se muestran mucho más motivados cuando tienen la sensación de que pueden progresar.

¿A qué conclusiones ha llegado a partir del trabajo realizado con profesores de Estados Unidos para escribir su libro Teach like a champion (“Enseña como un campeón”)?

Las principales conclusiones hacen referencia a algunos aspectos que he mencionado anteriormente. Es importante honrar y valorar los desafíos a los que se enfrentan día a día los docentes. Por otra parte, también remarcar que la enseñanza requiere de profesores implicados al cien por cien con sus alumnos, ya que esta es la única fórmula para conseguir el máximo beneficio del aprendizaje.

Si tuviera que seleccionar tres técnicas de entre todas las que propone en su libro, ¿con cuáles se quedaría?

Es muy difícil elegir entre todas ellas, pero en primer lugar me decantaría por la que denomino “cold call”. Se centra en transmitir y hacer saber a todos los estudiantes que son importantes, y en tener la capacidad de incentivar y dar voz a aquellos que habitualmente se muestran más reservados y no acostumbran a participar en clase. Es decir, incluirlos a todos para conseguir una equidad colectiva. También destacaría alguna de las técnicas relacionadas con la promoción de la escritura. Saber escribir es muy importante, así que plantear ejercicios que ayuden a desarrollar el control de las formas sintácticas es fundamental. Y, por último, me centraría en el hecho de ser capaces de dar instrucciones claras. Puede resultar algo obvio, pero en ocasiones no lo es tanto. A veces, pensamos que los estudiantes nos están desafiando porque no hacen lo que les pedimos, pero en realidad, lo que sucede es que no entienden lo que esperamos de ellos, ya que no se lo hemos sabido transmitir correctamente.

Con la crisis del Coronavirus, ¿Cómo cree que ha funcionado el aprendizaje a distancia?

Ha sido una adaptación necesaria, pero que ha resultado terrible. Muchas personas destacan la aportación de la tecnología, pero yo soy bastante escéptico. El aula es un espacio para transmitir cultura y un lugar de interacción. La pandemia nos ha obligado a poner parches a situaciones complicadas para poder seguir aprendiendo de manera óptima. Pero para poder profundizar en el aprendizaje, tal y como he comentado, las interacciones son fundamentales, y la distancia no es el mejor escenario para mantenerlas.

¿Qué es lo que se podía haber hecho mejor?

Podríamos haber creado más conexión humana, estableciendo normas desde el principio que dejaran claro que el aprendizaje en línea debía ser interactivo y social. Es relativamente simple y puede consistir en, por ejemplo, interpelar constantemente a los estudiantes, para que mantengan su atención y no desconecten y apaguen la cámara. El mensaje que debemos transmitir es claro, estamos haciendo algo juntos y vamos a participar activamente en el aprendizaje, independientemente de que lo hagamos a través de un ordenador.

¿Qué hemos podido aprender de los meses de pandemia?

Una de las lecciones que nos enseñó el aprendizaje remoto es que los estudiantes deben saber que son importantes dentro del aula y que tienen que ser vistos, literal y metafóricamente, para que el profesor pueda “leer” su rostro y conocer e interpretar sus reacciones. Así que, durante todo este tiempo, ha sido muy importante que los alumnos encendieran sus cámaras para que, de esta manera, pudieran hacerse visibles a través de la pantalla y para que ellos también pudieran ver a su profesor.