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En educación, el problema no son los niños, el problema somos los adultos

Los gobiernos y los partidos políticos lo tienen difícil porque están inmersos en la idea de que la educación debe ser igualitaria antes que ser buena

Fuente:https://sarrauteducacion.com/2023/10/12/entrevista-en-educacion-el-problema-no-son-los-ninos-el-problema-somos-los-adultos/


Hay que terminar con el angelismo escolar porque el daño que le causamos al alumno es grande y tiende a prolongarse en el tiempo. Entre otros libros, La buena y la mala educación, Educación: guía para perplejos, La educación en peligro y Conocimiento en crisis abordan los principales problemas del sistema educativo. Su autora, Inger Enkvist es hispanista y pedagoga, catedrática de español en la Universidad de Lund y exasesora del Ministerio de Educación de Suecia.
Un principio decisivo de su pensamiento es la necesidad de recuperar lo que se llama educación tradicional, en la que la autoridad del profesor es un eje central. Esta reivindicación crítica la llamada educación posmoderna o constructivista. ¿Tan malos son los resultados de esta última?
Los resultados son malos y sobre todo en comparación con la inversión que hacemos las sociedades en educación. Con la esperanza que tenemos puesta en el resultado, se hace necesario cambiar la educación.
José Zepeda: ¿En qué sentido?
Inger Enkvist: En dar más énfasis al conocimiento. Con planes de estudio enfocados en el conocimiento. Hay que recuperar la autoridad del profesor, porque él es un puente entre el alumno y el conocimiento. El Estado debe apoyar el trabajo del profesor con leyes educativas que le permitan mantener la tranquilidad en el aula que es esencial para reclutar a buenos profesores.
JZ: El sistema en boga pone al alumno como centro del proceso educativo. El alumno centrismo. Mucho se habla de los alumnos. Qué bueno. Poco de lo que deben aprender. ¡Qué malo!
IE: Es algo característico de la educación. Hoy en día se piensa en el alumno como ser social, como ser psicológico y no en el conocimiento. Se debería mirar el desarrollo, cómo podría llegar a ser, que quiere llegar a ser. La educación se orienta hacia el futuro y, en cierta medida, esto se ha olvidado.
JZ: Ha irrumpido en nuestras vidas la inteligencia artificial. Se dice que afectará casi a todos los ámbitos. ¿En qué medida a la educación?
IE: La afectará bastante y sobre todo a ciertas prácticas pedagógicas, como, por ejemplo, dejar que el alumno haga algunas tareas en casa y que después se dé notas sobre un material que no se sabe en realidad cómo ha sido producido. Debería haber énfasis con más exámenes y tareas orales.
JZ: ¿Qué deberían hacer las autoridades y el profesorado?
IE: Siempre, siempre, insistir en la calidad del profesor, que fue y sigue siendo lo más importante. Con la inteligencia artificial es lo mismo. El profesor debe orientar e inspirar al alumno para aprenda lo que necesita para su crecimiento. La inteligencia artificial va a reconducir en alguna medida a la educación hacia un lugar de donde no debería haber salido.
Yo saludo con cierto optimismo a la inteligencia artificial.
JZ: Hay una frase que se repite constantemente: la desigualdad socioeconómica de estudiantes y escuelas es el principal factor que explica los resultados educativos en América Latina.
IE: No me convence, no corresponde a lo que he visto. Lo más importante en el progreso del alumno es el interés de la casa por la educación. Si hay interés en el hogar, si los padres leen, si preguntan por lo que ha aprendido el hijo en el colegio, si lo animan a hacer las tareas, si hablan de manera positiva de la escuela y su importancia, el alumno tendrá mucha más facilidad para aprender.
Es una idea demasiado superficial pensar únicamente en lo sociocultural. Podría citar una experiencia norteamericana que se hizo en la ciudad de Kansas hace muchísimos años. Dos investigadores siguieron a niños entre seis meses y tres años. Hicieron una grabación cada mes y después analizaron esas experiencias que tenían que ver con un intercambio entre padres e hijos. Eran niños de diferentes capas sociales. Lo fundamental de las conclusiones no fue el nivel socioeconómico, sino el interés de los padres por el hijo, por la lengua y la cultura. Así que es más importante la actitud de los padres que lo socioeconómico.
De vez en cuando estas dos condiciones van de la mano, pero se puede romper la maldición de lo socioeconómico si los padres tienen un interés por el hijo, por el conocimiento y por la escuela. Ese es el mensaje que se debería repetir.
JZ: Sin embargo, esta separación entre la educación privada y la pública aleja cada vez más a los alumnos entre sí y de esa manera los pobres no conocen a los más solventes económicamente, ni los ricos saben nada de los pobres.
EI: Puede ser cierto, pero la solución es mejorar la educación pública. Si la educación pública es excelente, si los profesores hacen un buen trabajo, entonces los alumnos, por ejemplo, los de clase media, no tendrían porqué estudiar en otro lugar. Así que se trata de tener una buena calidad que se consigue con una mejor formación de los profesores, con la tranquilidad en el aula y con un claro propósito en la enseñanza.
JZ: Un ejemplo, con nombre y apellido. La violencia. El fenómeno va en aumento en Chile, según un estudio del Observatorio de Convivencia Ciudadana y Bienestar Escolar de la Universidad de la Frontera. Las denuncias de violencia ante la Superintendencia de Educación debido a la convivencia escolar aumentaron en un 37% entre el año 2019 y el 2022. Este es un problema que se repite en diversos países.
JZ: Lo es, y precisamente, como usted dice, se da en muchos países. Si hablamos de los países occidentales en general, se nota que va en aumento en la mayoría.
Si el profesor no puede imponer la tranquilidad, conducta y esfuerzo, los alumnos aprenden desde la enseñanza primaria que los adultos no cuentan, que no pueden hacer nada
Seguramente hay muchas explicaciones, pero una es la misma que antes, si no hay autoridad en el aula, si los alumnos no aprenden a dejarse guiar por las reglas de los adultos, si el profesor no puede imponer la tranquilidad, conducta y esfuerzo, los alumnos aprenden desde la enseñanza primaria que los adultos no cuentan, que no pueden hacer nada. Se creen los reyes de su propia vida y harán lo que les dé la gana. En realidad, va más allá del aula de la primera enseñanza. Es como una imagen de la sociedad. Malo, muy malo.
Hay un libro que salió en Francia hace 15 años. Una investigadora que había seguido a un barrio difícil notó que chicos de seis años desafiaban a la maestra, le decían cosas horribles. Son los mismos que después destruyen el autobús, tiran piedras a la farmacia, etcétera. Piensan como los antiguos corsarios, como gente sin ley.
Se debería establecer la autoridad de la sociedad a través de la maestra de la enseñanza básica. Ella tiene sobre su espalda el futuro de la sociedad. Los demás adultos deberíamos respaldar a la maestra porque en ello nos va el futuro.
JZ: Usted afirma que el constructivismo y el progresismo le dan más importancia a la igualdad que al conocimiento. En esos propósitos se alejan de la verdad, del conocimiento demostrable. ¿No tiene la impresión de que, del otro extremo, el señor Trump es el mayor exponente de la posverdad, de la mentira, y que el neoliberalismo es el responsable de mirar a la educación solo con los ojos del mercado?
IE: Es una verdad parcial, como muchas. El fenómeno empezó mucho antes. Ya por los años 60 había tendencias hacia lo que vemos ahora en los colegios, aquello de dar derechos al alumno sin exigirle las obligaciones correspondientes. Dicen que el alumno tiene derechos como si fuera adulto, que hay que liberarlos de la autoridad de los adultos. Que los niños en el colegio son como los esclavos o como las mujeres en una sociedad patriarcal, se trata de liberarlos de la autoridad de los adultos. Pésima idea, porque los niños necesitan a los adultos para formarse, para llegar a ser las personas que potencialmente pueden ser.
Hay dos fuentes: una idea de liberación y otra que la verdad no es relevante. Quién sabe qué es la verdad. El resultado es muy perjudicial para la escuela. Esta evolución viene de hace por lo menos medio siglo en los países occidentales.
No quiero sacar conclusiones equivocadas. ¿Significa que el neoliberalismo no tiene ninguna responsabilidad?
Podría intervenir en ciertos aspectos, pero las raíces son anteriores. Actualmente se habla de escuelas privadas y públicas. Pero si las escuelas públicas no hubieran bajado de calidad, no habría demanda de otras posibilidades. Conozco los casos de Chile, de Argentina, de mi propio país. Cuando funcionaban bien las escuelas, nadie pedía escuelas privadas. Además, los padres hacen un esfuerzo, un sacrificio para pagar la educación de sus hijos. Menciono una conversación que tuve una vez en Argentina con una profesora de un colegio privado que también era madre de un alumno. Le pregunté, ¿por qué paga dos veces la educación de su hijo? Me dijo, porque quiero que no pierda días escolares, porque había tantas huelgas en la educación pública que los alumnos no recibían la enseñanza que correspondía.
Lo que hay que hacer es levantar otra vez la educación pública. Esa es la respuesta. Los que en vez de hacer esto hablan de lo malo que es que haya escuelas privadas, eluden el verdadero meollo del asunto.
JZ: Regiones enteras han sufrido experiencias dramáticas que cuestionan ciertos ideales de la Ilustración. A pesar de ello, muchos países continúan como si no hubiese pasado nada. La Shoa es un caso. Las dictaduras militares en América Latina, otro, las del socialismo real, otros. ¿Qué educación necesitamos para que las nuevas generaciones se eduquen en valores que hagan la vida más digna?
IE: Bueno, voy a seguir con lo mío. Machacar, machacar. Creo que la escuela sí tiene respuestas y es enseñar a leer, a escribir, hacer algo de matemáticas, a tener algo de conocimientos generales. Esto prepara al alumno para enfrentarse con las noticias, con el mundo que lo rodea.
Lo que vemos hoy es que existe cierta disciplina de valores, pero no se enseña a respetar a la maestra, a los demás alumnos. Si un alumno insulta a la maestra, sigue tal cual; si amenaza a sus compañeros, lo mismo. Si los adultos dejamos que esto siga pasando, estamos enseñando mal a nuestros jóvenes porque aceptamos que la violencia en el colegio paga.
Deberíamos asumir que es nuestro problema fundamental, porque si los alumnos aprendieran que la convivencia social exige un respeto a las reglas, van a crecer con esa idea, y como adultos van a pensar que esa es la manera normal de comportarse. Esto es mucho más eficaz que simplemente pregonar valores. Como siempre se dice, hay que enseñar con los actos y con las palabras también, pero sobre todo con los actos.
En estos días estamos permitiendo algo que se podría llamar “el buenismo” pensar que los que actúan mal lo hacen porque han tenido experiencias difíciles, así que no les vamos a exigir demasiado. Eso es negativo para el niño que se comporta mal, porque no aprende a rectificar, y es malo para los demás porque ven que los adultos no son consecuentes, que la misma regla no se aplica para todos.
El problema no son los niños o los jóvenes. El problema somos los adultos.
JZ: Comparto con usted que el respeto por el maestro, por la autoridad, es un principio básico de convivencia social y que el respeto por el otro es insustituible. Cuando estudié en la enseñanza media teníamos una vez por semana una clase que se llamaba de Educación Cívica, en la que un abogado, con una profunda inclinación filosófica, enseñaba principios de las humanidades. Hizo mucho para entendiésemos que más allá de nosotros mismos hay una sociedad que se rige por principios y deberes y que hay que atenderlos.
IE: Seguramente fue algo muy valioso, pero difícil de trasladar a la situación actual, porque los profesores no tienen esa formación humanista, esa solidez, entonces ese tipo de clases se convierte en un repaso de algunas reglas escritas en el manual.
Es de lamentar lo que ha sucedido con la profesión docente. Todos sabemos que hay una tendencia a que muchos estudiantes que entran en pedagogía son los de menos méritos. Es decir, débiles en cuestiones filosóficas e intelectuales de conjunto. Lamento decirlo, en general no están preparados para ese tipo de clases.
JZ: Otro ejemplo concreto. Noveno informe “Estado de la educación” en Costa Rica. El sector educativo enfrenta una coyuntura decisiva ante la involución que conduce a una educación de menor calidad y accesos cada vez más excluyentes para amplios sectores de la población. La disyuntiva es crucial: aceptar la situación como inevitable o modificarla. Todo parece indicar que la aspiración de los gobiernos está alejada de las necesidades que tiene la educación.
IE: Los gobiernos y los partidos políticos lo tienen difícil porque están inmersos en la idea de que la educación debe ser igualitaria antes que ser buena. Hay que organizar la educación para que sea la mejor posible y garantizar la calidad del profesor, del currículum, de los libros de texto, de la convivencia en el aula como centro para que los alumnos puedan aprovechar la calidad, aunque para ello tienen que dar algo suyo: esfuerzo, concentración, perseverancia.
La educación es algo que se consigue a largo plazo. Así es que se necesita el apoyo del Estado, de los padres y de los propios alumnos.
Los gobiernos se quejan de que la educación no funciona y que hay una crisis. Pero ¿qué han hecho para mejorar la calidad del profesorado? ¿Qué han hecho para establecer la tranquilidad en el aula? ¿Animan realmente a los alumnos a esforzarse? No se han comportado como adultos responsables que entienden la seriedad de la situación. Ellos son los responsables y actúan como si pensaran que la educación es algo que viene de los Reyes Magos. Realismo mágico como se solía decir. Los primeros que deben cambiar son los gobiernos.
JZ: Hago un pequeño resumen. Usted dice que habría que despolitizar la educación, reclamarle a los padres mayor responsabilidad en la educación de los hijos. Convencer a los gobiernos sobre la necesidad de mayor compromiso e inversión en la educación. Recuperar la autoridad y mejorar la calidad del profesor. Habría que exigirles a los alumnos dedicación y respeto. Para esto no se necesita un esfuerzo, se requiere un milagro.
IE: No, milagro no. Se necesita seriedad. Un periodista argentino que me llamó terminó por preguntarme, ¿qué se necesita para que mejore la educación en Argentina? Yo dije lo de siempre, buenos currículos, un esfuerzo, apoyo de los padres. Él me comentó: Ah, pero aquí no gusta el esfuerzo.
El esfuerzo es lo central y no gusta. Ese es el problema, ser serios. El Ministro de Educación debería animar a los alumnos, a los padres, a los profesores y ser serios, establecer una meta. Este es el camino que vamos a transitar y vamos a hacer un esfuerzo conjunto por el bien de todos nosotros.
Se puede hacer si se quiere. El problema es la voluntad y la seriedad.
JZ: Estado de ánimo. ¿Qué actitud tiene frente al futuro de la educación en el caso de América Latina?
IE: Es imposible ser profesor sin ser optimista, porque ser profesor es mirar hacia el futuro. Estos alumnos que se me confían son el futuro. Tienen todo delante, pueden mejorar, pueden llegar a canalizar su vida hacia algo bueno para ellos, para su familia, para la gente de su entorno.
Los profesores tenemos ese plus que no tienen en otras profesiones. Es que una vez al año empezamos nuevamente. Es el nuevo comienzo que marca el año lectivo y hay como más posibilidades. Lo que no se logró el año pasado, este año sí se puede alcanzar. Por eso es criminal cuando se trata tan mal a los profesores que algunos llegan a convertirse en personas cínicas. Es la actitud anímica de un profesor profundamente decepcionado, defraudado de las autoridades, de su director de colegio, etcétera.
Lo normal en un profesor es ser optimista. Lo normal es levantarse por la mañana y sonreír. Lo normal es pensar que esta clase va a salir mejor de lo que la he planeado.