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Cuarenta y cuatro mitos sobre el aprendizaje que te harán cuestionar lo que siempre has creído

Héctor Ruiz Martín repasa, en su libro ‘Edumitos’, numerosas ideas comúnmente aceptadas sobre la enseñanza y el aprendizaje, pero que carecen de respaldo científico.

Fuente:https://sarrauteducacion.com/2024/01/31/cuarenta-y-cuatro-mitos-sobre-el-aprendizaje-que-te-haran-cuestionar-lo-que-siempre-has-creido/


Uno de los mitos más longevos respecto al estudio sostiene que la música puede favorecer la concentración y, por lo tanto, potenciar el aprendizaje. Y, sin embargo, no es cierto, aunque sea preferible si se está estudiando en un entorno donde la alternativa son ruidos peores. No es cierto tampoco (o, al menos, no pasa la prueba del análisis científico) que existan distintos estilos de aprendizaje, o que el mero hecho de copiar, subrayar o hacer resúmenes mejore los resultados académicos. Pero tampoco se han hallado certezas (y esto puede resultar aún más sorprendente) acerca de la efectividad del famoso “aprender haciendo” (o learning by doing, en inglés), de que las emociones realmente impulsen el aprendizaje o de que la motivación favorezca la retención de conocimientos.
Héctor Ruiz Martín, investigador y especialista en neurociencia y psicología cognitiva, pasa revista en su libro Edumitos(International Science Teaching Foundation, 2023) a numerosas ideas y concepciones sobre el aprendizaje y la enseñanza que, a pesar de estar comúnmente aceptadas desde hace años, son incorrectas o, cuando menos, no han podido obtener el respaldo de un análisis científico riguroso. Nociones sobre el aprendizaje, las técnicas de estudio, el papel de las emociones, la memoria, la tecnología, la infancia y el desarrollo, las habilidades cognitivas o el aprendizaje de la lectura tratadas de una forma amena, rigurosa y, sobre todo, con el respaldo de la literatura científica. Con él conversamos por videoconferencia.
Pregunta. Muchas de las ideas que desmonta en Edumitos
gozan casi de un estatus de verdad incuestionable. Pero ¿por qué tienen todas tanta aceptación, si carecen de base científica?
Respuesta. Porque son muy intuitivas y porque nuestra experiencia personal nos lleva a darles validez. Y porque, además, encajan con nuestras expectativas. Se me viene a la cabeza el efecto Mozart, la idea de que escuchar música clásica mejora la habilidad cognitiva de las personas, algo que a mí me encantaría que fuera cierto. Pero luego está la ciencia, y lo bonito que tiene es que nos permite superar nuestra propia experiencia y buscar mejores pruebas de lo que realmente está pasando.
Fíjate que la ciencia moderna nace cargándose una de las intuiciones más evidentes, la de que el sol da vueltas alrededor de la Tierra y que esta permanece inmóvil; pero ahí entró la ciencia para decirnos que no, que en realidad es al revés. Ten en cuenta que, para que una idea sea tan popular, tiene que ser coherente con las experiencias y conocimientos que poseemos. De hecho, aceptamos las ideas dependiendo de si nos encajan: el sesgo de confirmación nos lleva a reinterpretar la información para que encaje con nuestras ideas previas, y cuando no lo hace nos lleva a ignorarlas.
P. Una de las nociones más asentadas se refiere a los diferentes estilos de aprendizaje; el hecho de que cada persona tiene una forma de aprender idónea, ya sea visual, auditiva o kinestésica. Y, sin embargo, usted lo califica como un mito. ¿Por qué?
R. La idea se basa en el principio de que cada persona tiene una manera distinta de aprender que le será más eficaz. Los estilos de aprendizaje tienen muchos elementos que parecen que tengan que ser ciertos, y, de hecho, en las encuestas realizadas en decenas de países, el 90 % de los docentes y estudiantes creen que una persona aprende mejor cuando recibe la información en su estilo de aprendizaje. Pero ponerlo a prueba es tan sencillo como coger un grupo de alumnos y darles una lección visual, para luego ponerles una prueba de evaluación. Así, podemos asumir que los que obtengan un mejor resultado serán los estudiantes más visuales. Si luego hacemos lo mismo con una lección auditiva, esperaríamos que destacaran otros estudiantes (los “auditivos”), pero no: se obtienen resultados muy similares.
Claro que hay diferencias entre los alumnos, pero estas se basan en sus conocimientos previos, en sus habilidades cognitivas, su motivación a la hora de aprender lo que estamos planteando… El hecho de si recibir la información de una manera u otra va a marcar diferencias en la capacidad para aprender se ha puesto a prueba muchas veces, pero no se han obtenido evidencias. Y claro, también está el que a menudo confundimos el modo en el que más nos gusta estudiar con el que mayores beneficios ofrece.
P. Pero siempre se ha hablado de conceptos como memoria visual o auditiva. ¿Es eso incorrecto?
R. No, es verdad que hay personas con mejor memoria visual o con mejor memoria auditiva. Lo que sucede es que tener buena memoria visual no significa que, porque la información te llegue visualmente, la vas a recordar o entender mejor; lo que hace es que te permite recordar el aspecto físico de los estímulos. Te pongo un ejemplo: si tú tienes una buena memoria auditiva, no te vas a acordar más de lo que alguien te ha dicho esta mañana, pero sí recordarás la voz que tenía: es decir, la voz, no el mensaje, no el contenido semántico.
P. ¿Por qué la música no es buena para aprender?
R. ¿Sabes lo que pasa? Que nuestra experiencia personal no nos permite distinguir entre si eso fue una buena idea o no. Es decir, a lo mejor a ti te funcionó, pero no fue gracias a la música, sino a pesar de ella. Para entender esto, piensa que, para aprender cualquier cosa, tenemos unos recursos cognitivos limitados. Hay un concepto que se llama memoria de trabajo, que es el espacio mental en el que estás sosteniendo la información a la que estás prestando atención. De alguna manera, es donde piensas, donde imaginas, donde escuchas esa vocecita interior cuando lees… Y la memoria de trabajo, la cantidad de información que puedes estar sosteniendo y manipulando al mismo tiempo, es muy limitada.
Entonces, ¿de qué depende la información que llega a ese espacio? De nuestra atención. Cuando dices “estoy prestando atención a algo”, significa que lo estás sosteniendo en tu memoria de trabajo. Cuando estás estudiando, o aprendiendo, debes aprovechar esos escasos recursos y aplicarlos a aquello que estás haciendo, porque cualquier otro estímulo externo te va a ocupar espacio en la memoria de trabajo y va a reducir tus recursos cognitivos. Hay quien dice: “No, es que yo ya me he acostumbrado; yo la inhibo y consigo concentrarme”. Pero esa inhibición conlleva un consumo de recursos cognitivos; también tiene un coste.
Claro, si la alternativa es ruido y gente hablando alrededor, pues sí, mejor música, a ser posible relajante y sin letra. Pero incluso entonces es mejor usar unos tapones para los oídos.
Portada del libro ‘Edumitos’, de Héctor Ruiz Martín (ed. ISTF)ISTF