A dos años del inicio de la crisis por la pandemia de COVID-19 y en medio de una ola creciente de casos con su nueva variante, Ómicron, es momento de transformar la educación para tener la esperanza de un futuro mejor para todas las personas.
Este es el llamado de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el marco del Día Internacional de la Educación que se conmemoró el pasado 24 de enero: lograr un nuevo contrato social en la educación y transformar la realidad en que vivimos.
“La idea tiene que ver con cómo se comprometen todos los miembros de la sociedad para este beneficio en común que es el derecho a la educación: cómo redefinimos la relación entre nosotros, cómo desarrollamos nuevas pedagogías que sean más solidarias y puedan atender a la diversidad y al pluralismo”, explicó Rosa Wolpert, Oficial de Educación de UNESCO México.
Esta transformación va desde cómo utilizamos los avances científicos y tecnológicos para ir en contra de la desinformación, polarización, y división en las sociedades, empoderar a las y los estudiantes para que participen de una nueva relación con el planeta y del desarrollo sostenible, y reivindicar la labor de las y los maestros en el corazón de la renovación educativa.
Se trata, explicó Wolpert, de llamar a la sociedad a comprometerse para que cada quien, desde su ámbito de acción, participe y contribuya, “para que se puedan contrarrestar las inequidades y se pueda llegar a construir una sociedad más justa”.
Para Luz Marina Payán Díaz, profesora y directora de Educación Especial, lograr este cambio implica, necesariamente, formar en valores como la empatía, la justicia, inclusión y convivencia pacífica.
“Mi propuesta de cambio en las escuelas es trabajar con el conjunto de valores que forman la justicia como la equidad, la libertad, la igualdad, así como, para el desarrollo socioemocional de los estudiantes, el aprendizaje cooperativo, la creatividad, resiliencia, flexibilidad, autonomía, responsabilidad, inclusión digital, las competencias y sensibilización ecológica”, dijo.
El pasado 19 de enero, la UNESCO llamó a repensar la educación. Sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos y todas, y de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no lograrán alcanzar la igualdad de género ni romper el ciclo de pobreza que deja rezagados a millones de niñas, niños, jóvenes y adultos. En la actualidad, 262 millones de niños y jóvenes siguen sin estar escolarizados, 617 millones de niños y adolescentes no pueden leer ni manejan los rudimentos de las matemáticas.
En México, uno de los países que más pronto cerró las escuelas al inicio de la pandemia por COVID-19, y que más tardó en reabrirlas para continuar las clases presenciales, existe el riesgo de que las y los estudiantes que han permanecido más alejados de los centros educativos, no logren recuperarse.
Ante la nueva ola de contagios por la variante Ómicron, el esfuerzo debe centrarse en mantener abiertas las escuelas y reforzar el conocimiento de que son espacios seguros para alumnos y alumnas, así como docentes.
“Lo que me preocupa es que quienes menos están asistiendo están en un enorme riesgo de abandono escolar y pérdida de aprendizaje. Podríamos reforzar identificar quiénes son los que han estado más tiempo alejados y tratar de encontrar la manera de que empiecen a regresar", dijo Wolpert.
Gina López, pedagoga de la Ciudad de México, consideró que una de las prioridades debe ser eliminar las desigualdades y al mismo tiempo, valorar y apreciar las diferencias entre las personas. La educación es el medio para empoderar a las nuevas generaciones para transformar el mundo en uno mejor.
“La educación es el espacio y el medio que nos permite inspirar y empoderar a las nuevas generaciones para emprender acciones que transformen nuestras sociedades y para echar andar proyectos encaminados a construir un mundo más justo, igualitario, sostenible y pacífico”, dijo.
Para Mili Reyes, alumna de primaria de 10 años, residente en Yucatán, transformar la educación tendría que pasar, necesariamente, por incluir a todos los niños y niñas que han sido excluidos de la misma.
Le gustaría que cambiara la actitud de algunos maestros hacia sus estudiantes para que los tomaran más en cuenta, para que puedan entender mejor las necesidades de los niños.
“Que todos los niños puedan ir a la escuela y que la educación nos ayudará a recuperarnos de la pandemia porque por medio de ella podemos valorar más a las personas y a nuestro planeta, ayudarnos y cuidarnos unos a los otros”, dijo.