En la actualidad prácticamente todos los estudiantes tienen acceso a internet y al uso de redes sociales, incluso en aquellas plataformas que no están recomendadas para menores es probable que ellos manejen sus cuentas, que compartan contenido y busquen cualquier tipo de información desde sus dispositivos personales.

La conexión que ha traído el internet nos ayuda de muchas maneras, especialmente en tiempos de pandemia, en los que hemos tenido que aprovechar toda la tecnología disponible para que alumnos y docentes puedan comunicarse y continuar con la educación, a pesar de la distancia. Sin embargo también ha traído nuevos desafíos a nuestra sociedad, especialmente a los más jóvenes, que han crecido con todo tipo de tecnología e hiperconectividad a su alcance.

Como docentes tenemos nuestras propias perspectivas e ideas acerca del uso de la tecnología en los más pequeños, pero son los padres y los propios estudiantes quienes deciden cuál es el uso de dispositivos digitales y el alcance de su uso, especialmente cuando hablamos de redes sociales, algo tan común entre niños, niñas y adolescentes.

A pesar de que no podemos prohibir o detener el uso de redes a los alumnos, desde el salón de clases podemos abrir el tema y comentar con ellos algunas características importantes de su actividad en línea, así como mostrar algunos de los riesgos a los que están expuestos como usuarios tan jóvenes de estas aplicaciones. Platicar sobre mejores prácticas, identificación de riesgos y prevención puede ser la diferencia para los alumnos.

Para muchos jóvenes la sensación de comunicarse forma digital o hacer publicaciones en plataformas digitales no es como la vida real. Para muchos adolescentes las redes sociales no son una forma de comunicación igual a la que tienen en persona, por lo que tienden a emitir opiniones, hablar de forma despreocupada o con menos empatía de otras personas, también publican datos o información particular pues no les parece que el alcance de sus publicaciones sea importante.

Es necesario transmitirles que las emociones, las palabras y las acciones de las redes sociales son tan reales como lo que ocurre en el salón de clases o el patio de la escuela. Lo que digan de otras personas tiene un efecto importante para los otros, así como la información que publican de sí mismos, que puede ser vista y utilizada por otras personas.

Por lo tanto, el respeto, las normas de convivencia y la privacidad tienen la misma importancia en el salón de clases, en las aplicaciones y en todas partes.

En este mismo sentido, es necesario hacerles saber que toda publicación que hagan, por pasajero o efímero que parezca, es algo que permanecerá en línea para siempre. Aunque a veces tenemos la sensación en línea de que no importa lo que digamos, en cualquier momento podemos eliminarlo o evitar los efectos de nuestras publicaciones, es necesario saber que esto es falso. En realidad una vez que publicamos algo en cualquier plataforma será difícil deshacernos de ello, especialmente si esto es información personal o si se trata de información de otras personas, cualquiera puede tomar una captura de pantalla, compartirlo con otros o guardarlo para la posteridad. Es importante tomar en cuenta esto y pensar muy bien si lo que decimos es verdad, es útil, es seguro, es necesario o si puede afectar a alguien más.

Otro factor importante a resaltar es que no siempre las personas que aparecen en línea son lo que aparecen. Si no conocemos directamente a quien nos dirigimos en internet podríamos estar hablando con cualquier otra persona que finge ser alguien que no es. Incluso si es alguien a quien ubicamos en la vida real podría estar siendo sujeto de suplantación, así que es necesario tener cuidado sobre lo que les compartimos, lo que pueden ver de nosotros y la relación que entablamos con esas personas.

La magia de la edición puede hacer que con algunas imágenes la persona parezca efectivamente quien dice ser, pero en estos casos la desconfianza no está de más. Es importante acercarse con un adulto cuando alguna interacción no se siente bien y siempre estar atento a cualquier señal extraña.

Para los adultos no siempre es fácil comprender los gustos de los alumnos, especialmente cuando esto se relaciona con tendencias que nunca vimos en nuestra juventud o que nos parecen fuera de lugar, por lo que tendemos a desestimar lo que para ellos es interesante, divertido o incluso asombroso.

Es importante que los alumnos se comuniquen con nosotros, pero menospreciar sus intereses no ayuda a abrir esa puerta de comunicación. Sería mejor hacerles preguntas y conocer un poco más del contenido que siguen, hacerles saber nuestras opiniones, quizá, pero con empatía y apertura.

¿Crees que los alumnos necesitan guía para su vida dentro de redes sociales? ¿Crees que el trabajo en el aula puede ayudarles para esto?