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El regreso a clases: ¿cómo organizar el aprendizaje?

La contingencia actual ha obligado a escuelas, maestros y alumnos a adaptarse a una nueva forma de enseñar y aprender. Ha dejado al descubierto lo que verdaderamente importa en educación, dejando de lado aspectos superfluos. Con base en ello se proponen medidas para mejorar la educación y el aprendizaje con visión de futuro.



El cierre de los sistemas educativos puso al descubierto sus fortalezas y debilidades, tanto de sus diversos componentes como las de sus actores. En particular, hizo evidente la enorme distancia que existe entre las familias, alumnos y maestros que tienen conectividad y manejo de recursos tecnológicos, con quienes carecen de ellos. A pesar de estas diferencias, supervisores y directores buscaron nuevos caminos para contactar con los alumnos y para generar maneras de mantener la continuidad del trabajo escolar con los más desfavorecidos.

En este sentido un profesor generosamente confiesa: “Me había opuesto mucho al uso de las nuevas tecnologías, pero la necesidad de seguir apoyando el aprendizaje de mis alumnos rompió mi área de confort y, de manera acelerada, comencé a aprender el uso de plataformas y aplicaciones para contactar con ellos. De esta manera, pude continuar con mi principal trabajo, que es generar que los alumnos aprendan”.
Este enorme esfuerzo realizado por escuelas y familias debe retar al sistema de telecomunicaciones y al sistema educativo para lograr una mayor cobertura de conectividad, así como para abaratar el servicio y para dotar a maestros y alumnos de herramientas que les permitan trabajar adecuadamente a distancia, en condiciones como las actuales.

El cierre de las escuelas ha provocado grandes retos, pero también oportunidades. Por tanto, hay que pensar cómo es posible aprovechar las fortalezas de nuestro sistema educativo para asegurar que el aprendizaje de los alumnos no se detenga. Esta crisis no supone el fin de la escuela como institución; pero, será el fin de las escuelas que no se atrevan a cambiar y, más aún, de aquellos directivos, maestros y padres de familia que sigan justificando sus reticencias con base en falsas premisas que reproducen su sistema de privilegios. Debiera ser el fin de aquellas escuelas que no antepongan la formación de sus alumnos a otros intereses, así como de las instituciones que no quieran revisar sus propósitos y sus métodos para impulsar la micro experiencia social que es la escuela. El objetivo principal debiera ser construir con los alumnos un sistema ético de conducta, que luego permita a los futuros ciudadanos aplicar sus aprendizajes académicos y socioemocionales en espacios no escolarizados.

Dejemos de pensar en cuántos más cuadernos y libros vamos a incluir en la lista escolar, en una planeación simulada cuyos avances se plasman en la cantidad de formatos que debemos llenar, o en las cuotas escolares como una forma de acceder a recursos para poder, por ejemplo, tener hojas para la impresora o material para adornar el patio escolar. Ese listado interminable de preocupaciones superfluas es hoy periférico. En su lugar debemos concentrarnos en tomar decisiones para lograr que los alumnos aprendan.
Los estudios de investigación tienen muchas evidencias acerca de cómo se han pospuesto las decisiones de política educativa para que la institución escolar centre su actividad en el aprendizaje de sus alumnos, en garantizar que aprendan a aprender, disfruten al hacerlo y profundicen en los temas de su interés. A la luz de estas reflexiones, subrayamos la importancia del espacio educativo y de sus fortalezas. En la siguiente tabla se enlistan algunas de estas fortalezas que la pandemia hizo evidentes.
MUxED Fuente:https://www.muxed.mx/post/el-regreso-a-clases-c%C3%B3mo-organizar-el-aprendizaje